En mi vida, he pasado por momentos difícilies que pudieron haber dañado mi corazón completamente si lo hubiera permitido – rupturas, traiciones, mentiras, manipulaciones, decepciones, divorcio… y la lista continúa.
Todas estas cosas han sido dolorosas. Pero si hubiera dejado que esas semillas echaran raíces en mi corazón, ahí sí que sería anfitriona dispuesta del sufrimiento. A la larga, esas semillas que echan raíces dan fruto de amargura, resentimiento, y falta de perdón. No solo sufrimos nosotros, si no que propagamos ese dolor a todos los que nos rodean. Continuamos sembrando semillas de dolor en otros que echan raices, y dan fruto…
Mantener un corazón limpio de ofensa, odio, amargura, resentimiento, y falta de perdón no es fácil. ¿Alguna vez has visto un jardín lleno de yerba mala? Para que llegue a estar en esas condiciones solo hay que hacer una cosa: nada.
El camino de menos resistencia es no hacer nada en contra de ellas, y dejar que crezcan por si solas y se apoderen de todo.
Sin embargo, para tener un jardín con árboles que den buen fruto y flores que perfumen su alrededor, hay que trabajar. Hay que sacar las malas hierbas, podar los árboles de buen fruto, abonar lo bueno y aplicar herbicida a lo malo.
Tu corazón, ¿a cuál jardín se parece?
Si parece estar lleno de yerba mala… ¡tengo buenas noticias! Nunca es tarde para talar.
No te voy a mentir, no va a ser fácil. Yo pasé por momentos donde dejé que la amargura se hiciera dueña de mi corazón. Pero el primer paso es decidir enrollarte las mangas y pedirle a Dios que te muestre dónde están esas semillas plantadas y así poderlas arrancar de raíz. Va a doler, pero ese dolor es necesario; es mejor pasar por ese dolor momentáneo que quedarte ahogada y atada por cosas que ya no puedes cambiar y de paso, seguir causando dolor en otros y en nosotros mismos.
Tampoco será una tarea que tendrás que hacer una sola vez. Es un trabajo arduo y continuo. Y si no estás alerta y bajas la guardia, entonces le abres la puerta a que crezca la mala hierba en tu corazón. Proverbios 4:23 nos advierte a que sobre todas las cosas cuidemos nuestros corazones, porque este determina el rumbo de nuestra vida.
Te invito a que le des espacio a Dios para que obre en tu vida, te muestre esas áreas en tu corazón donde ha crecido mala hierba que debe ser arrancada, y te dé la gracia necesaria para realizar tu parte en esa obra.
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Él corta de mi toda rama que no produce fruto y poda las ramas que sí dan fruto, para que den aún más.”
– Juan 15:2 NTV
Dios te bendiga hoy y siempre,
